sábado, 17 de octubre de 2009

Déjame ver tu cuello.



Original para RI.
Carta- Oscurismo.
Tabla- Nº3:Vampirismo.

Una gruesa capa de humo cubría las lámparas del local. La barra del bar estaba casi vacía. A un lado, el camarero limpiando. En el lado contrario, una oscura figura con sombrero removía incansablemente el té frío.

Por sus ropas podía deducirse el frío que hacía en el pueblo. Quizás a eso se debiera el que no hubiese nadie rondando las calles. Tampoco había mucha gente en el bar. Algunas mesas con gente jugando al póker, de las que columnas de humo ascendían hasta toparse con el techo, el camarero y el del té.

En definitiva, un ambiente tranquilo. Se abrió la puerta del local. Una mujer envuelta en pieles atravesó el umbral y entró en la cálida estancia. Si no fuese por la vieja chimenea de roca no habría nadie en el local. La mujer dejó su abrigo en una percha y se dirigió a la barra del bar.

— Un gin tonic, por favor.

— Enseguida.

Tras eso el camarero se dirigió hacia el expositor de licores situado tras la barra. La chica frotó sus manos para entrar en calor.

— ¿Qué hace una joven damisela sola a estas horas?

La oscura figura había hablado. No solía dirigirse a nadie. Para muchos no era más que otra de esas personas que se alimentan de la soledad.

— ¿Y eso qué le importa?

— Curiosidad, supongo-- una sonrisa adornó sus labios.

La chica pasó de él y se bebió el licor. Cogió su abrigo y se dirigió a la puerta, cuando la abría, el señor del té se la acercó y amablemente le sugirió que si quería que la acompañase a su casa. Ella aceptó y juntos se dirigieron a casa de la joven.

Cuando habían llegado a la puerta el hombre rompió el silencio.

— Creo que tiene algo en su cuello, ¿me lo deja ver?

— Claro.

La joven dejo a la vista su cuello y antes de que le diese tiempo a reaccionar los dientes del hombre se habían clavado en su yugular. Había sido una víctima más del solitario vampiro que siempre esperaba en el bar, removiendo el té frío.